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lunes, 19 de abril de 2010

"Cuento Amargo"

Como si el suelo hubiera sentido pocas veces esas pisadas, sentía como si cruzara el Aqueronte en sentido contrario derramando sangre desde las entrañas, levanté la mirada y alcance a ver tu rostro dibujado en el aire, no más silencio en el campo delicadamente pintaste un beso cerca de mis labios. Un sabor amargo se marchito en mi boca y decidí continuar mi paso. A lo lejos escuchaba gritos y llantos pausados que me atemorizaban, una gota de sudor resbalaba desde mi frente, el sabor salado calmo un poco el sabor que antes me había lastimado el alma, voces en mi centro clamaban regresar al cálido mar de Calama, sin embargo no existía motivo alguno para regresar a aquel sitio y disfrutar un momento más las olas y el sol de la playa, qué te dice el sol cuando la soledad clama a tu lado, sino encuentras la diferencia entre estar sentado y llorar por aquella desgracia que ocurrió hace años.


Mis dedos sudaban como si de agua se hubieran empapado, no llovía ni la brisa llegaba, aún así el miedo bajaba desde mi corazón a ellos como fugas de espanto que esperan escapar y liberarse de este cuerpo que ya no siente más la calma, una rosa a mi paso suelta dos pétalos que se han enmohecido al tocar la tierra húmeda y amarga, una roca se levanta frente a mi y recita unas palabras que me recuerdan el momento en que tus pies caminaron sin retorno a una velocidad incansable, que fue difícil alcanzar las pisadas, cerraste los ojos y esperé por ti algunos años, recordé tu sonrisa y espere conciliarme con tu mano al tenerte acomodado en mi regazo, de momento olvidé los besos y abrazos que me diste cuando me entregaste tu amistad sin recelo o desperdicio, tome tu mano y la hice tuya como si hubiera nacido con tu mano en mi palma, recite unas palabras y acomode mi cabeza en tu hombro derramando una fría lágrima, noté frente a mi una mirada pálida que me nombraba entre cortas frases lentas y cansadas, pise la arena y caminé con los pies descalzos, soné unas campanas y dije unas frases de despedida antes de apartar la mirada, soñé con tu cara y acerque mi manos a esas mejillas blancas; una vez más deslice los dedos sobre tu cara y la acerque a la mía para decir unas palabras, no sentía más tu aliento cálido, te oprimí contra mi pecho y dije por primera vez que te amaba.
Alejándome de ti, te di la espalda y cruce mis brazos cubriendo mi corazón destrozado, el Sol ya no apuntaba más hacia tu espalda, por última vez se ocultaba con una nube rosa en su frente cubriendo esa sonrisa falsa, note que la playa quedaba aun más lejos mientras seguía mi paso y las pisadas se borraban al va y ven de las olas y la espuma plateada, las conchas se enterraban entre mis dedos y cortaban poco a poco la planta, entonces decidí arrodillarme y quedarme así un momento, el mar estaba furioso y armado de puntas salvajes, no entendía que pasaba ni por qué las cosas se manifestaban con tanto alboroto en tan solo un instante, de pronto abrí mis ojos y me vi acostada en una cama, voltee la cara y no te vi a mi lado, entonces supe que no había soñado, esta vez no estabas ahí para sonreírme y quitarme esa imagen de sueño en mis ojos hinchados, había llorado, tenía sal en mi cara y unos golpes en los costados.
Visite tu casa dejando una rosa y una carta anunciando mi llegada, me marche con la idea de regresar el siguiente año, aún así debo decir que esta vez debo despedirme, olvidar que todo sucedió y atar el pasado, cerrar los ojos y recordar tu rostro como aquellos días dorados sin anhelar los momentos de antaño, gritando el eco del recuerdo todo se ha ido: dejo esta vez un pedazo de mi y las cenizas de aquello que ha dejado de herirme, he decidido olvidarte y construir un nuevo camino, no necesito una razón más para seguir a tu lado; solo esta inquietud por dejar atrás un momento de culpa que no ronda más por mi persona, un motivo para dejar de acongojarme y desistir de apretar los ojos cada vez que necesite coraje, una segunda oportunidad para encontrar un motivo para vivir y abrazar un nuevo paraje.



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